Nos pasa a muchos de nosotros, frecuentemente escuchamos voces en nuestra mente que no paran de juzgarnos y que nos ponen pegas a todo. Esas voces nos dicen cosas como estas o parecidas: no valgo para nada, soy muy mayor para hacerlo, mañana lo haré, no tengo tiempo, nadie me quiere, todo me sale mal, nunca lo conseguiré, tengo mala suerte, … en Coaching les llamamos saboteadores, porque el fin es el de asustarnos y debilitarnos para que no cambiemos ante una situación bloqueando nuestra capacidad de decidir y de actuar. Los saboteadores son pensamientos internos que te hacen dudar de tus habilidades, cualidades o talentos y que se convierten en grandes obstáculos que nos impiden ser nosotros mismos y conseguir nuestros objetivos. Viven en el reino de los miedos y se alimentan de pensamientos limitantes y les encanta el victimismo. Su fin es saboterar cualquier intento de cambio.
Para controlarlos lo primero que hay que hacer es reconocerlos. Podemos escribir en una hoja todo lo que nos pueden llegar a decir en una día. Una vez reconocidos los amplificamos y les podemos poner nombres. ¿Quiénes son?, ¿De qué me protegen?, incluso podemos pintarlos para hacerlos más visibles. Algunos clientes los han descrito como voces de pitufos fastidiosos, o un juez cascarrabias, o diversos tipos de monstruos… De esa forma nos acostumbraremos a ser conscientes de cuando entran en acción. Como los hemos creado nosotros, podemos combatirlos. Ellos habitan en nuestras mentes pero nosotros somos mucho más que mente. No somos sólo esas voces que oímos continuamente y que nos limitan, también somos cuerpo, alma, espíritu y emociones. Cuando escuchemos a nuestros saboteadores tenemos dos opciones, los dejamos hablar y los observamos como ajenos a nuestro yo más poderoso, siendo conscientes de lo que son, pasando de ellos y que tal como vengan se vayan, o los enviamos de vacaciones. Además es el momento de recordar cuales son nuestros valores, planificar nuestros objetivos y recordar cual es nuestra misión en la vida. Ante la plenitud de los valores los saboteadores se esfuman, no resisten ante valores como la ilusión, el amor, la pasión… ni tampoco ante un proyecto sólido de vida. Simplemente desaparecen.
También es muy importante ser responsable de nuestros actos y decisiones y olvidarnos de cualquier ápice de victimismo, lamentos y quejas. A los saboteadores les encantan las víctimas, ya que estas encuentran un gran filón para culpar a los demás de sus problemas y frustraciones. Como supuestamente la culpa es de otros o de la mala suerte, no hacen nada para cambiar y ahí los saboteadores están pletóricos. Nadie más que nosotros somos responsables de nuestros actos y decisiones. Es el momento de deshacerte de tus saboteadores de tomar las riendas de tu vida y de vivir en plenitud.
Viktor Frankl va mucho más allá en su libro El hombre en busca del sentido. Nos habla de que incluso en un situación tan extrema como en los campos de concentración de Auschwitz, donde tenían que sufrir todo tipo de atrocidades y convivían con el hambre, las enfermedades y la muerte, había algunos hombres que visitaban los barracones consolando a los demás y ofreciéndoles mendrugos de pan. Hasta en esa situación extrema el hombre puede conservar una mínima capacidad de elección. Según Viktor Frankl al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la elección de la actitud personal que debe adoptar frente a su destino. La libertad interior.