Educar con premios y castigos no funciona porque no se crea consciencia ni se genera confianza
Tengo una amiga de 85 años que hace poco me contó que cuando era pequeña la castigaban de rodillas con los brazos abiertos, y con un pilar de libros en cada mano. El peso que ponían, dependía de la gravedad de la falta que hubiera hecho. ¡Es como en el cuento de Pinocho! Le dije yo divertida, aún siendo muy consciente de la gravedad del asunto. Eran otros tiempos… remarqué.
El problema, es que aunque en la actualidad los castigos que se suelen hacer son de quitar privilegios: móvil, salidas con los amigos, viajes…, en esencia, es lo mismo. La motivación viene del interior y de la consciencia, de un darse cuenta de lago nuevo. Ese darse cuenta, es lo que empujará al joven a tomar la responsabilidad..
Si no hay consciencia de qué queremos mejorar y para qué. Si no hay un darse cuenta de porqué es mejor hacer algo de una forma que de otra, o, de cómo coger un hábito de higiene o de estudio, etc. No habrá responsabilidad, y cuando no hayan premios, y/o el educador no esté delante, no habrán cambios.
No es lo mismo sacar el perro porque si no tu madre se enfada, que sacar el perro porque sabes que lo necesita y que no hay otra elección para el bienestar del perro. Además, tomar la responsabilidad, tiene muchos beneficios para el joven: aumenta la autoestima y conecta con la fuerza interior. Y por supuesto, la satisfacción de saber qué está haciendo el bien. Aportando valor.
Los castigos generan rabia y desconfianza
Educar con premios y castigos no sólo NO genera consciencia, ya que premiar, es como poner una zanahoria a un burro. Cuando la zanahoria no esté, el burro no andará. En cuanto a los castigos, lo peor es que generan rabia y desconfianza, y por lo tanto distanciamiento. Desde ahí, es imposible crear relaciones plenas y satisfactorias. Eso es exactamente lo que buscamos en las relaciones con los hijos: reforzar los vínculos afectivos para que haya armonía y bienestar en la familia. Utilizando la antigua técnica del castigo sembraremos desconfianza y malestar. Por eso, hay que buscar formas más respetuosas de educar generando confianza y consciencia.
El objetivo es crear, mantener y reforzar los vínculos afectivos para tener relaciones plenas y satisfactorias con nuestros hijos
Lo más importante es crear un espacio de confianza, respeto y colaboración para que los niños, adolescentes y jóvenes puedan liberar su potencial al máximo. Un espacio de respeto, aceptación en donde puedan ser ellos mismos y padres e hijos cocreen las relaciones día a día. De esa forma podremos disfrutar de la familia y tener relaciones plenas y satisfactorias. Educar con premios y castigos no funciona porque se consigue exactamente el impacto contrario: distanciamiento y aislamiento.
En las sesiones de Coaching familiar, aconsejo utilizar otros métodos mas motivadores como dar reconocimiento para reforzar la conducta. Dar reconocimiento es dar un feed-back positivo al adolescente cada vez que haga algo bien. Normalmente les llamamos la atención sólo cuando corregimos las malas conductas. Es importante hacerlo a menudo ya que es la forma de que ellos sepan por dónde tienen que ir y de reforzar la autoestima.
Si la familia insiste en el castigo, cosa que no suele suceder después de un proceso de Coaching familiar, aconsejo por lo menos hablar de consecuencias y que sea el joven el que las proponga. Consecuencias para crear hábitos no para demostrar quién tiene razón ni hacer juegos de poder.
Liderar, ganarse la confianza es lo que va a hacer que podamos poner límites de forma asertiva si fuera necesario.