Suelo ir al gimnasio con frecuencia. En esta ocasión fui a una clase de cardio en donde se hacen ejercicios varios de coordinación con steps. Me sentía pesada e iba haciendo lo que podía. Estaba triste, y permitirse estar como estoy, y sentir lo que siento, es parte de mi filosofía de vida. Me reconforta y me hace reflexionar sobre mis emociones y lo que necesito hacer con ellas.
Aunque algunas veces me sienta baja de tono, por supuesto, sigo yendo al gimnasio. Cuando miro al frente, veo justo delante de mí una chica que lo estaba dando todo. Levantaba brazos y piernas con mucha energía y llevaba hasta el fondo todos sus movimientos. Podía sentir su fuerte y rotunda energía y me dejé llevar por ella. Poco a poco me estaba contagiando sus ganas y total entrega con las que estaba haciéndolo los ejercicios. Pensé que le podría dar las gracias al final de la clase, aunque en seguida cambié de opinión, ya que no la conocía, y hablar de energías sin conocer a la persona me parecía un poco osado.
También pensé en la importancia de interacción de las energías de unos con otros. No siempre es tan obvio, pero nuestro estado de ánimo, actitud y energía está continuamente mezclándose e interactuando con las personas que nos cruzamos, aunque ni tan siquiera las conozcamos.
Esa chica no lo sabe, pero me ayudó mucho. Sentí su pasión, entrega, ganas de hacer las cosas bien, ganas de mejorar, ¡¡¡ganas de comerse el mundo!!! Y se lo comió, y me dejó sin saberlo un trocito que yo necesitaba ese día.