Uno de los principales problemas de las empresas familiares es la mezcla de sentimientos con los roles dentro de la organización, lo que dificulta ver las situaciones con perspectiva. Es común que los miembros no se sientan valorados y confundan los roles ejecutivos con los emocionales, lo que genera conflictos y confusión. Esta situación se complica aún más porque, al tratarse de familia, no pueden «desaparecer» fácilmente de la dinámica. Esto lleva a un distanciamiento progresivo, ya que no siempre saben cómo gestionar estos desafíos de manera adecuada y puede provocar la división o en el peor de los casos el cierre de la empresa.
Por eso, un coach de empresas familiares escucha con atención el sistema para comprender lo que realmente está sucediendo. Es fundamental que todos los miembros puedan expresar lo que sienten y lo que necesitan, e incluso, si es necesario, abordar y resolver asuntos pendientes del pasado. Esta labor no es sencilla; se asemeja a desenredar nudos de una cadena. Requiere una escucha activa, empatía y mucha paciencia para llegar a acuerdos y, a partir de ahí, trabajar en los roles de cada miembro en los tres niveles: familiar, emocional y ejecutivo.
En las empresas familiares, existen diversos tipos de roles, y es fácil confundirlos o mezclarlos, lo que puede generar conflictos tanto personales como organizacionales.
Podemos identificar tres categorías principales de roles:
- Roles familiares: Estos están determinados por los lazos de parentesco, como madre, padre, hermano, tío, etc.
- Roles emocionales: Representan el papel que cada individuo desempeña a nivel emocional. Pueden ser positivos como aportar claridad o alegría, o negativos como aportar pesimismo o nerviosismo.
- Roles ejecutivos: Están relacionados con las funciones específicas que las personas desempeñan dentro de la empresa, como administrador, director, consejero, etc.
Comprender y gestionar adecuadamente estos roles es clave para evitar conflictos y promover la armonía en el entorno familiar y laboral.