Educar con autoridad a la antigua o impuesta ha quedado obsoleta. 

Vivimos en una época de gran desarrollo tecnológico. A través de la red podemos estar conectados y comunicarnos con personas de todas las partes del mundo de forma inmediata. Esto está produciendo inevitablemente cambios en la cultura, en la economía y en la educación. Las barreras de espacio y tiempo se han roto.

Lo importante ahora es no ser un jefe autoritario, sino ser un líder, saber motivar e inspirar a sus empleados.  Conseguir seguidores que se identifiquen con lo que él está aportando al mundo.

La autoridad “a la antigua”o impuesta ha quedado obsoleta. En realidad nunca ha funcionado ya que el ser humano necesita relacionarse desde el respeto y la confianza. Y, este modelo de autoridad, contradice todas las bases de una buena comunicación y del marketing actual.En el entorno familiar la forma de educar “a la antigua”, “el haz esto porque yo lo digo que soy tu padre/madre”, deja paso a otra forma de autoridad construida a través de una buena comunicación. La autoridad “a la antigua” viene de fuera, de unas normas impuestas o de un sentido del deber. No viene del interior de la persona. Con esa forma de educar estamos imponiendo nuestra voluntad sin ningún tipo de comunicación, ni empatía y corremos el riesgo de que nuestro hijo se rebele o se vuelva sumiso.Además le estamos tratando como un niño pequeño sin darle la posibilidad de comprender y expresar sus sentimientos. Y dando por supuesto que no es maduro para pensar por si mismo ni para asumir la responsabilidad propia de cada edad.

Afortunadamente esto está cambiando. Hoy en día lo que funciona es la comunicación. Construir las relaciones día a día a base de confianza, respeto y cariño. El padre líder que no impone, sino que motiva a través de una comunicación rica en matices. Es más importante liderar a nuestros hijos inspirándoles y motivándoles con una buena comunicación que corrigiendo, castigando o imponiendo.

Ni que decir tiene que los padres somos un referente para nuestros hijos, que aprenden todo de los adultos que les rodean. Se enseña más dando ejemplo que con palabras. Como líder de familia o padre/madre tenemos el compromiso de dar ejemplo a nuestro hijo en valores tan importantes como el respeto, la honestidad, la responsabilidad y la humildad. Nadie es más que nadie.

Además los padres tenemos que intentar no repetir patrones de conducta que han utilizado con nosotros si no son útiles para el desarrollo de nuestro hijo. Observar que aquello que exigimos a nuestro hijo, lo que le intentamos inculcar, va a desarrollar su creatividad, su inteligencia y su aprendizaje sobre la vida. No les podemos pasar la basura emocional a nuestros hijos.

Hemos de mirar el alma e invocar la grandeza, la belleza, lo que pueden llegar a ser.

Dicho esto, un adolescente que se sienta escuchado, comprendido, reconocido, respetado y querido desde su nacimiento, confiará en sus progenitores y no dudará en aceptar las responsabilidades propias de su edad ya que sentirá que es por su bien.