(Este artículo no pretende sentar cátedra sobre temas complejos de astrofísica, sólo es una perspectiva desde el coaching de cómo la física cuántica, puede influir en nuestras vidas).
Los descubrimientos en física cuántica han cambiado la forma de ver el mundo. En el universo de Newton todo era medible y ordenable. Su realidad estaba en consonancia con la filosofía de Descartes en la cual el origen y principio de todo es la física, negando la relación entre el mundo material y el espiritual.
Doscientos años más tarde, Einstein lo cambió todo con sus descubrimientos sobre la relatividad y la física cuántica. Descubrió que el espacio/tiempo son uno y forman un todo de cuatro dimensiones. Que todo es luz y lo que vemos son las sombras, y que la luz curva el espacio. En la nueva física todo se mueve con respecto a todo, menos la luz, de la que no se puede ir más rápido.
Como el único valor absoluto es la luz, si fuésemos a la misma velocidad que ella no envejeceríamos. De hecho un agujero negro es un objeto de una masa tan concentrada que cae espacio/tiempo y provoca un agujero donde no pude ni entrar la luz. ¡Es realmente fascinante! Y por si no fuera suficiente, con su famosa fórmula E=mc2 demostró que la energía y la materia están tan estrechamente ligadas… ¡que son lo mismo!. El átomo clásico que estudiamos muchos en el colegio con bolas y palitos dejó paso al átomo actual, que se compone de un núcleo pequeño y de energía o partículas subatómicas como los electrones, girando alrededor del núcleo.
Eso quiere decir que todo lo que nos rodea no se compone de materia, sino de campos energéticos. Es curioso saber que si por ejemplo un átomo tiene 5 protones positivos, entonces se compensa y coge la misma cantidad de electrones negativos de su entorno, se neutralizan y aparecen los neutrones que no tienen signo, equilibrándose así el núcleo del átomo.
El mundo es un baile de partículas subatómicas dirigido por las fuerzas nucleares, la fuerza de gravedad y el electromagnetismo, que actúan entre sólo 12 partículas fundamentales como protones, neutrones, electrones, quarks…para dar lugar a la tabla periódica de elementos que se conocen en el universo como el hidrógeno, oxígeno, sodio, etc.
Einstein y Schrodinger comprobaron que, en los experimentos, las partículas subatómicas unas a veces se comportaban como energía (onda) y otras como partículas (materia), algo que no se puede predecir: depende del observador. En el mundo cuántico todo es posible y todo está intercomunicado. La descripción de la realidad nunca está completa y depende del observador.
Todo este fascinante mundo cuántico abre una enorme y misteriosa puerta al mundo espiritual. Somos como grandes antenas electromagnéticas. Dependiendo de nuestra energía, vamos a atraer a unas posibilidades o a otras de las infinitas que nos ofrece el universo.
Y la pregunta es: ¿qué señal estás tu transmitiendo al universo? Porque puede depender de ella lo que recibas. Si somos conscientes de esto tenemos la capacidad de cambiar nuestra energía, para ello primero tenemos que cambiar el pensamiento, salir de nuestra rutina, de nuestro tiempo y de nuestro cuerpo. Imaginar situaciones deseadas es una forma muy sencilla de hacerlo ya que al imaginar nuevas situaciones, como el cerebro no tiene ojos, no sabe si lo que pensamos, soñamos o imaginamos, está pasando de verdad o no.
De esa forma nos adelantamos a lo que queremos, las funciones celulares de la felicidad se ponen en marcha: serotonina, endorfinas, dopamina… Y co-creamos con el universo. Puedes crear tu propio mundo. Si el pensamiento que transmites sobre lo que quieres es bien claro y definido, lo atraerás. Podemos relajarnos, confiar en la vida, co-crear con el universo y disfrutar de nuestra existencia.
Compartir e interactuar con las personas es lo que de verdad nos va a hacer felices. Somos seres espirituales y además de necesitar cosas necesitamos nutrirnos de amor, compartir, sentir paz y serenidad.