Los coaches podemos contribuir a transformar la forma de educar tanto en las familias como en los colegios
En general, todavía se educa a la antigua, y se suele utilizar el castigo cuando no reproches, críticas y predicciones negativas como por ejemplo: “no llegarás a ningún sitio”. Ahora eso ya no funciona, en realidad nunca ha funcionado, pero en otras épocas, el conocimiento y la información no estaban al alcance de la mano como lo están ahora, y todo solía quedar oculto.
Ahora vivimos en una época de cambio sin precedentes, debido especialmente al vertiginoso desarrollo tecnológico. A través de la red y con un teléfono móvil, podemos acceder a gran cantidad de información en cuestión de segundos. Esto conlleva inevitablemente cambios en la cultura, en la economía, en las relaciones, y especialmente en la educación. La forma de comunicarnos ha cambiado totalmente: por eso la educación basada “a la antigua”, utilizada todavía en la mayoría colegios y familias ha quedado obsoleta y tiene que dejar paso a una educación basada en la autoridad ganada o liderazgo. Una educación basada en crear ricos y nutritivos vínculos afectivos sin perder de vista valores tan importantes en una relación como la confianza, el reconocimiento y la transparencia. No solo es importante querer a nuestros jóvenes, además tienen que sentir que confiamos y creemos en ellos.
El coaching de jóvenes y familias es una excelente elección ante los conflictos generados en las familias por los grandes cambios tecnológicos y sociales, y el anticuado sistema educativo.
Los coaches de jóvenes y familias, estamos viendo muchos conflictos generados por el desfase entre los cambios sociales antes nombrados, y la forma de educar obsoleta. En la mayoría de las familias todo gira alrededor de las notas, provocando en muchas ocasiones una extrema sobreprotección, o una alta exigencia: si no hay armonía en las familias es difícil que un joven pueda desarrollar su ilimitado potencial. Por eso hago un llamamiento a los coaches para que contemplen dedicarse a este vocacional ámbito, que da muchas satisfacciones, y donde lo que está en juego es el bienestar de las familias.
En el ámbito personal y empresarial el coaching está muy extendido, sin embargo, cuando nos referimos al coaching de jóvenes y familias hay muchos moldes que romper. El desconocimiento de éste ámbito junto con la creencia de que lo que ocurre en las familias debe quedar oculto, está frenando que prolifere al ritmo que se necesita. El coaching a jóvenes les ayuda a crear una autoestima sana en base a sus valores y a desarrollar su ilimitado potencial. Y el coaching familiar hace que se cree un ambiente fértil para el desarrollo del joven y que la familia sea nutritiva para todo el sistema.
Las herramientas de sistemas relacionales funcionan muy bien con un sistema familiar ya que desvelan lo que ocurre: todos los miembros de la familia pueden explicar lo que sienten y necesitan, para terminar llegando a acuerdos y a un plan de acción.
Mi compañero y amigo Carles Ventura y yo hemos desarrollado un método de coaching para jóvenes y familias para ayudar a cambiar la forma de educar que se asienta en unos principios innovadores. Conceptos como que padres e hijos co-crean las relaciones, nadie es más que nadie en ningún sentido, los padres influyen directamente en el proceso del coaching del joven, los jóvenes no son problemáticos, al contrario, están llenos de recursos y de bondad, y la agenda la marca siempre el joven, sientan las bases de la esencia de ésta nueva forma de ver la educación.
Diferencia entre el coaching de equipos y el coaching de familias
Hacerle coaching a un equipo implica coachear a una serie de personas que tienen objetivos y finalidades comunes, pueden ser deportivas, empresariales etc. Cuando hacemos coaching a un equipo, los objetivos pueden ser muy variados: aumentar ventas, mejorar comunicación, ganar un trofeo… El impacto se reflejará en el ambiente laboral y/o en la cuenta de resultados, aunque al cabo de unos meses podría ser que el equipo haya cambiado parcial o totalmente sus integrantes. De hecho, pertenecer a ese equipo no es un valor fundamental para muchos trabajadores.
Con la familia es diferente, ya que tiene un objetivo de permanencia en el tiempo más duradero que un equipo de trabajo. Conviven juntos y están unidos por vínculos de parentesco y afectivos. Esto hace que las personas sufran más cuando hay conflictos ya que no hay escapatoria: las familias comparten vivienda, espacio afectivo común y un futuro.
Al trabajar los valores individuales de las personas, la familia suele ser uno de los ámbitos que más preocupan: sus miembros pertenecen a esa familia de por vida, y por ello siempre quieren que el vínculo tenga buena salud.
La actitud del coach de jóvenes y familias
En el coaching de sistemas familiares, hay momentos en los que se desvelan informaciones muy importantes que han permanecido ocultas. El coach puede volverse transparente y dejar que la familia viva el impacto que esa nueva información genera en la relación familiar. Las familias son sistemas donde se suelen guardar secretos muy íntimos, y están en juego la intimidad, el cariño, la confianza y el amor que se profesan: por eso es importante que el coach sepa crear esa atmósfera de confianza y cercanía. Si hay conflictos, no debemos temerlos y hemos de dejar que afloren, como dice Arnold Mindell, “sentados en el fuego”: en el conflicto está la semilla de la solución.
El coach de sistemas familiares es una figura muy importante para que la familia sea nutritiva y desarrolle al máximo su potencial
Una familia unida es un gran tesoro ya que todos sus miembros colaboran, se apoyan y crecen juntos creando sinergias: juntos pueden generar más valor que cada uno de ellos por separado. Dicho de otra forma, que todos aportan y se ayuden entre ellos. Incluidos los hijos, que desde muy pequeños pueden ayudar a los padres en muchas diferentes situaciones estimulando así su autoestima, la confianza, la creatividad y la autonomía.
La realidad no siempre es así: los fuertes sentimientos de amor se fusionan con los miedos y el resultado puede ser desastroso: una familia tóxica. El respeto y confianza ceden ante los celos, las manipulaciones y la falta de comunicación. Estos sistemas relacionales dejan de ser nutritivos y podemos encontrar, entre otros, el abuso de rango, roles limitantes, toxinas de la comunicación, la alta exigencia y la sobreprotección.
El coaching ayuda a reforzar los vínculos afectivos entre todos sus miembros, para conseguir esa unión y armonía que todas las familias desean. Hay muchas formas de vivir en familia y no hay una forma única ideal de hacerlo. Sin embargo, el coaching es una excelente opción para que en la casa reine la armonía y el bienestar, y que el sistema familiar sea saludable y nutritivo para toda la familia.
Mi sueño es que el coaching se expanda a este público, facilitando que los jóvenes se conecten a su fuerza interior y se desarrollen en familias sanas. Para que en un futuro sean personas auténticas, con una ocupación en base a sus talentos y con una buena gestión emocional: así podremos construir un mañana mejor. Y por eso os animo a probar y crecer profesionalmente en ésta área.
Si quieres ayudar a cambiar el mundo abre tu coaching a jóvenes y familias.